Aunque todos atribuimos a Edward Jenner el descubrimiento de la vacuna contra la viruela, lo cierto es que, años antes, cuando Jenner ni siquiera había nacido, hubo una mujer que extendió por Europa la práctica de inocular a niños y jóvenes con pus de enfermos para inmunizarles frente a esta enfermedad.
Hablamos de Mary Wortley Montagu (1689-1762), una mujer de origen aristócrata que vivió una vida nada convencional para los cánones de la época. Lady Montagu, cuyo nombre de soltera era Mary Pierrepoint, fue una autodidacta que aprovechó, desde su más tierna infancia, la posibilidad de aprender idiomas y de estudiar a los clásicos en la biblioteca de su padre. Escribía poesía y ensayos, se declaraba una amante de la lectura y llegó a dirigirse al obispo de Salisbury para quejarse de las dificultades que tenían las mujeres para acceder a la cultura.
Ella, sin embargo, no se conformó con seguir el camino marcado para una joven de su categoría social. Huyó de un matrimonio pactado para casarse por amor con Edward Wortley Montagu, quien en 1716 fue nombrado embajador de la corte turca. De este modo, lady Montagu acabó mudándose con su familia a Constantinopla (actual Estambul) y, gracias a su curiosidad natural, logró sumergirse en la vida oriental y conocer de cerca las costumbres turcas.
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