Cada vez se habla más sobre los microplásticos, unas diminutas partículas sintéticas que ya están por todas partes, desde el hielo del Ártico hasta la sal con la que condimentamos nuestra comida. ¿Qué sabemos sobre ellas?

En octubre de 2018 se hacía público un estudio muy mediático que confirmaba la presencia de microplásticos en las heces humanas. Aunque mucha gente se llevaría las manos a la cabeza, los resultados de este trabajo no deberían sorprendernos, pues sabemos que vivimos rodeados de estas pequeñas partículas: se encuentran en nuestra ropa, en el aire que respiramos, aterrizan en la comida y, obviamente, acaban en nuestro tracto digestivo.

Cada vez están más presentes en nuestra vida pero, ¿qué son exactamente estos  microplásticos de los que tanto se habla? En el año 2015 el Instituto de Salud Pública y Medio Ambiente de Holanda propuso una definición muy detallada que describe a los microplásticos como partículas sólidas y sintéticas de tamaño inferior a cinco milímetros. Además, son insolubles en agua y presentan una capacidad muy baja para degradarse.

Los microplásticos provienen de fuentes muy diversas: principalmente por la degradación de materiales plásticos de mayor tamaño, pero también de productos de cosmética, pinturas, neumáticos, limpiadores…

Desde hace algunos años la comunidad científica tiene a los microplásticos en el punto de mira, ya que hablamos de un problema medioambiental global: de acuerdo con un informe de 2015 de la revista Science, cerca de ocho millones de toneladas de plástico entran en los océanos del mundo al año. Muchos de estos residuos son escandalosamente visibles, como la famosa isla de basura del Pacífico, pero en otros casos, como el de los microplásticos, la contaminación es más difícil de detectar. Un estudio publicado en la revista Royal Society Open Science en 2014 ya advertía que las profundidades marinas se están convirtiendo en un gran depósito de restos plásticos microscópicos y, más recientemente, en Nature Communications se hacían eco de un análisis de la acumulación de microplásticos en el hielo del Ártico, un dato preocupante en una región muy sensible y cuyos problemas ambientales pueden tener repercusión en todo el planeta.

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Crédito foto: Oregon State University, CC