En una Europa medieval llena de sombras y reprimida bajo el yugo eclesiástico, hubo lugares como la Escuela de Salerno en los que el saber florecía y, además, no era un privilegio vetado para las mujeres. En ese contexto aparece Trotula de Ruggiero, una figura rodeada de controversia tanto por sus ideas médicas revolucionarias como por su propia identidad, que llegaría incluso a ponerse en duda con el paso del tiempo.
Hemos hablado con Mercedes Arriaga Flórez, catedrática en Filología Italiana por la Universidad de Sevilla, para conocer más sobre la figura de esta mujer emblemática de la Edad Media. La doctora Arriaga es vocal de la Asociación Universitaria de Estudios de las Mujeres, profesora en el Máster Oficial de Estudios de Género y Desarrollo Profesional en la Universidad de Sevilla y en el año 2016 fue codirectora de una tesis doctoral sobre Trotula de Ruggiero y las mujeres de la Escuela de Salerno.
Trotula es seguramente el nombre más conocido de la Escuela Médica de Salerno. Una escuela laica y que permitía a mujeres en sus aulas, toda una excepción en la Edad Media. ¿Qué otros avances introdujo esta famosa escuela?
En realidad no era tan excepcional: en Italia algunas universidades como la de Bolonia permitían a las mujeres dar clases. La Escuela Médica Salernitana tuvo un gran impacto en el desarrollo de las facultades de medicina del Occidente cristiano. Allí se practicaban lo que hoy llamamos especialidades médicas y que no existían en otros lados como la cirugía y la oftalmología. La escuela era famosa por sus técnicas innovadoras en los diagnósticos y terapias: ya practicaban la uroscopia, los exámenes de orina o la flebotomía. Pero sobre todo fue famosa por la prevención: el Regimen Sanitatis o Flos medicinae Salerni era una colección de preceptos higiénicos y de normas para llevar una vida sana a través de dietas en las comidas y de costumbres saludables.
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