El regreso al trabajo tras la baja de maternidad es muy duro y la conciliación familiar casi una utopía, pero la vuelta también tiene sus aspectos positivos. Les hemos pedido a cuatro madres con distintas profesiones y lugares de residencia que nos cuenten sus experiencias.
Ya han pasado las 16 semanas y toca volver al trabajo. Han sido cuatro meses muy intensos, meses en los que tu bebé y tú os habéis “acostumbrado” el uno al otro, meses en los que esa pequeña criatura tan frágil se ha convertido en el centro de tus atenciones y tus desvelos.
La reincorporación a la rutina laboral suele ser un proceso difícil y la separación del bebé es un paso complicado: ¡se le ve tan pequeño y desprotegido! “Me costó muchísimo volver al trabajo”, nos explica Raquel Abad, periodista y residente en Madrid. “Con cuatro meses son tan peques y tan frágiles… yo pienso que la mamá debería poder estar con su hijo, como mínimo, de seis a ocho meses tras el parto”.
Raquel no es la única madre que opina que el permiso de 16 semanas es insuficiente, y de hecho la mayoría de las familias hacen malabarismos para conciliar la vuelta al trabajo con el cuidado de los hijos, o bien se busca la manera de alargar un poco el tiempo para estar “en exclusiva” con el bebé. Mari Paz Torrico es maestra de educación especial en un centro de Córdoba que cierra en agosto, fecha en la que nació su primera hija: “Tuve la suerte de poder unir las 16 semanas de permiso con las 4 de vacaciones, así que regresé al trabajo cuando Martina tenía 5 meses”, nos explica. “Durante los dos primeros años hemos tenido que adaptar nuestros horarios para no esclavizar a los abuelos, así que he solicitado una reducción de jornada que nos permite estar al cuidado de la pequeña”.
Conciliar familia y trabajo
Y es que no se trata solo de separarse del bebé: cuando los padres vuelven al trabajo hay que pensar en quién se quedará con él y coordinar muy bien los horarios, algo que puede resultar más que complicado en ciudades grandes como Madrid. “En mi caso, opté por no cogerme el derecho de lactancia acumulado y reducirme 30 minutos mi horario de salida hasta que la niña tenga un año, de esta forma puedo llegar a recogerla a la guarde”, nos cuenta Raquel, que ya es experta en elegir la combinación perfecta de autobuses que le permite esperar a tiempo a su bebé cuando sale del trabajo.
Otra opción muy común en los casos en los que la situación laboral y económica lo permite es solicitar una excedencia. Este fue el caso de Marta López, profesora de inglés en un instituto de Pamplona. Ni ella ni su pareja contaban con apoyo familiar en su ciudad de residencia, y el permiso que pidió Marta les facilitó mucho las cosas durante el primer año de vida de Nico, su bebé. “Lo alargué hasta que vi que mi hijo ya dormía mejor, tomaba biberón y ya no necesitaba tanto contacto. Aun así, mi excedencia no solo fue para cuidar a mi bebé sino también porque yo me despertaba una media de cinco veces todas las noches hasta que empezó a dormir mejor. Le llevé a la guardería unas horitas para poder hacer algo en casa y descansar un poco”.
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