Este artículo, publicado en la web de Muy Interesante, ha sido ganador del II Premio SIGRE ‘Por la Salud de la Naturaleza’ en la categoría de medios digitales. 

En el año 2014, un equipo de investigadores de la Universidad del País Vasco descubría indicios de ‘feminización’ en los mubles o corcones (Mugil cephalus), una especie de peces marinos que habitan en diversos estuarios de las costas vascas. Este insólito cambio de sexo parecía deberse a un grupo de contaminantes químicos llamados disruptores endocrinos, que proceden de productos de uso muy generalizado: pesticidas, detergentes e incluso píldoras anticonceptivas.

El caso de los peces ‘transexuales’ fue muy sonado, pero tan solo era uno de los muchos trabajos que en los últimos años se han dedicado a analizar la presencia y efectos de los contaminantes químicos en las aguas de ríos y mares. Y estas sustancias no provienen exclusivamente de las actividades industriales y agrícolas: hay una fracción de los medicamentos que tomamos que nuestro organismo no es capaz de absorber y que evacuamos con la orina. Tras su paso por las plantas depuradoras, que no son capaces de eliminarlos por completo, estos compuestos acaban haciendo compañía a peces como los mubles del País Vasco: ibuprofeno, ácido salicílico y otros medicamentos de uso cotidiano son ya una constante en nuestras aguas.


¿Son peligrosos para los ecosistemas y para la salud humana?

No se puede dar una respuesta generalizada, ya que estamos hablando de una gran variedad de compuestos con propiedades muy diferentes: algunos se disuelven más fácilmente en el agua y desaparecen pronto, otros tienen gran capacidad de bioacumulación, algunos serán inocuos, otros no… Para Damià Barceló, científico del Instituto Catalán de Investigación del Agua y experto en esta materia, uno de los fármacos que más nos debería preocupar es el diclofenaco. Quizá su nombre no te suene, pero estamos hablando del famoso Voltarén, que se vende en farmacias sin receta y se usa de forma muy habitual para tratar dolores musculares y reumatismos.

Su uso masivo en veterinaria ya ha hecho estragos entre varias poblaciones de buitres de Asia, y podría estar tras la muerte de 6.000 buitres leonados en España, según un trabajo publicado a principios de 2016 en la revista Journal of Applied Ecology. El equipo de Barceló ha buscado diclofenaco en las aguas de cuatro ríos mediterráneos, constatando su presencia en diversas especies de peces que habitan en ellos. Según nos explica el investigador, parece que la Unión Europea tiene prevista la inclusión de este fármaco en su Directiva Marco, lo que obligará a las depuradoras a eliminarlo por completo.


Antibióticos en el Mar Menor

Los efectos de los medicamentos en el agua también son muy diferentes en función del ecosistema al que llegan, y algunos son más vulnerables que otros a la contaminación. Por ejemplo el Mar Menor, tristemente protagonista en las noticias del último verano: como resultado de muchos años de vertidos descontrolados, las aguas de esta joya natural están más turbias que nunca. “El carácter somero y la capacidad limitada de renovación de las aguas del Mar Menor hacen que esta laguna costera sea más vulnerable a la carga de contaminantes que otros espacios costeros abiertos”, nos explica Víctor León, investigador del Centro Oceanográfico de Murcia, cuyo equipo acaba de publicar un trabajo en el que analiza la presencia de fármacos en el Mar Menor.

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