En este artículo publicado en Climática hablo de la iniciativa #RevueltaEscolar y de los beneficios para la salud, el medio ambiente y la educación que tiene el desplazamiento activo al centro escolar.
Viernes, 12 de marzo. Como cada día, cientos de niños terminan sus clases en un colegio del centro de Barcelona. Pero ese día no es un viernes cualquiera: es viernes de #RevueltaEscolar. El tráfico está cortado y tan solo se puede acceder en bici o a pie a las inmediaciones del edificio. Un grupo de niños organiza una carrera de patines en medio de la carretera, otros dibujan en el suelo con tizas. Se escuchan música, risas y aplausos. En el suelo hay numerosas pancartas sujetas con mochilas: “Ventanas abiertas”, “menos ruido, menos contaminación”, “aceras más anchas”.
“Algunos colegios del centro de Barcelona se encuentran ubicados en calles con dos o tres carriles de circulación, lo que provoca unos niveles de contaminación inadmisibles. Los protocolos de prevención de la COVID-19 aconsejan abrir las ventanas, pero si lo haces es imposible dar la clase debido al ruido”, explica Guille López, miembro de la plataforma ciudadana Eixample Respira de Barcelona y de una de las asociaciones de familias impulsoras del movimiento #RevueltaEscolar que, desde hace algunos meses, organiza cortes de tráfico cada dos viernes para pedir la pacificación de los entornos escolares. La iniciativa está creciendo y actualmente se organizan protestas en las puertas de más de 60 colegios en diversos puntos de Catalunya, Madrid y Euskadi.
Muchos de estos centros tienen el denominador común de situarse en grandes calles y avenidas con un elevado volumen de tráfico a motor. “Los expertos de salud pública de Barcelona estiman que la contaminación provoca uno de cada tres casos de asma en la ciudad”, detalla Guille. “Es decir, solo por vivir aquí tienes más probabilidad de padecer una enfermedad que te va a acompañar el resto de tu vida”. Además, cada vez hay más estudios que indican que respirar aire de mala calidad no solo perjudica al sistema respiratorio, sino que también hay capacidades cognitivas como la atención y la memoria que se ven afectadas. “Ha llegado un punto en el que las evidencias científicas son tan claras que las familias no nos podemos quedar de brazos cruzados”.
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