Katherine Johnson fue una de las muchas mujeres que realizaron, desde la sombra, los cálculos de las trayectorias de los primeros vuelos espaciales de la NASA. Gracias a su brillante mente, logró que muchos hombres blancos la escucharan a ella, mujer de color, en el hostil entorno de discriminación racial que se vivía en la América profunda de los años 50.

En el año 2016, la película ‘Figuras ocultas’ de Theodore Melfi dio a conocer al gran público la vida de tres científicas afroamericanas que hicieron grandes contribuciones a la exploración espacial, en un tiempo (años 60) y un lugar (el sur de Estados Unidos) en el que las mujeres de color no lo tenían nada fácil para destacar en un ámbito reservado para hombres blancos.

Katherine Johnson (1918 – 2020) fue una de esas figuras ocultas. Curiosamente, Johnson nació un 26 de agosto, que actualmente coincide con la celebración del Día de la Igualdad de la Mujer en EE. UU, en honor a la fecha en la que se reconoció el voto femenino en este país, en 1920.Sin embargo, Johnson nunca se consideró distinta. “No tenía tiempo para eso”, explicó una vez en una entrevista. “Mi padre nos enseñó que éramos tan buenos como cualquier otra persona en la ciudad, pero que no éramos mejores. No tengo ni nunca he tenido un sentimiento de inferioridad, nunca lo tuve. Soy tan buena como cualquiera, pero no soy mejor”, explicaba esta extraordinaria mujer amante del cálculo y las matemáticas desde que tenía uso de razón.

Aunque comenzó dedicándose a la enseñanza, el verdadero camino profesional de Katherine Johnson estaba esperando en el Comité Asesor Nacional de Aeronáutica (NACA), una agencia federal que sería el germen de la actual NASA. El Centro de Investigación Langley, en Hampton (Virginia), contrataba todos los años a mujeres afroamericanas para trabajar como calculadoras, y durante los años 50 fueron muchas las científicas que verificaron, desde la sombra, los cálculos que necesitaban los ingenieros de la agencia cuando la carrera espacial estaba en plena ebullición. Johnson aterrizó en el Centro de Investigación Langley en el verano de 1953, en un área especial para personas de color, con baños y comedores separados del resto.

Territorio desconocido

Katherine Johnson siempre expresó la suerte que tuvo por ser pionera y vivir en primera persona los comienzos de una aventura nueva, un territorio totalmente desconocido. “tuvimos que escribir nuestro propio libro de texto, no había nada escrito sobre el espacio”, comentó una vez en una entrevista. “Tuvimos que recurrir a la geometría y resolver los problemas desde cero. Estábamos al comienzo, y yo fui una de esas personas afortunadas que pudieron vivirlo de cerca”.

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Foto: Wikicommons