En esta entrevista, publicada en Muy Interesante, hablamos largo y tendido con el autor del libro ‘Aún no es tarde. Claves para entender y frenar el cambio climático’.

Andreu Escrivà es licenciado en Ciencias Ambientales y uno de los comunicadores de referencia en nuestro país en materia de cambio climático. En su libro Aún no es tarde nos da las claves para entender mejor las implicaciones del cambio climático y, sobre todo, para no tirar la toalla ante el enorme desafío al que nos enfrentamos.

Hablamos con él de mitigación y adaptación al cambio climático, del fenómeno Greta Thunberg, de energía nuclear, de consumo de carne, del precio de los aviones y de muchos otros temas que hoy, más que nunca, están de máxima actualidad.

En tu libro eres optimista (el mismo título lo es): aún tenemos tiempo. Sin embargo, y conociendo tan bien como tú conoces los datos y predicciones sobre cambio climático, parece muy complicado mirar el futuro con buenos ojos. ¿Cómo lo consigues?

Hay que aprender a valorar el papel de la incertidumbre que, cuando hablamos de clima, se ve en muchas ocasiones como algo negativo. Sin embargo, yo creo que la incertidumbre también es positiva: por ejemplo, cuando yo publiqué el libro hace tres años no tenía ningún elemento para prever que en 2019 el cambio climático iba a estar en primera línea de la agenda mediática, pública y política.

Lo que yo digo es que el futuro no está cerrado: que podemos tener esperanza en que se activen resortes que ahora ni nos podemos imaginar y que nos pongan en marcha. El resorte puede ser una niña sueca con síndrome de Asperger, o sufrir tres huracanes seguidos, o padecer sequías e inundaciones brutales en el este de España. Esos resortes existen y provocan cambios. No es que me hagan ser optimista 100%, pero sí tener cierta esperanza.

Además, tenemos que trabajar con los elementos de los que ya disponemos. No tenemos que sentarnos a esperar a que aparezca algo que nos salve: ya tenemos muchas herramientas y una capacidad brutal de provocar cambios enormes, tanto a nivel individual como colectivo.

No hay que ser derrotistas, solo podremos decir que hemos perdido la partida cuando la hayamos perdido de verdad, y afortunadamente esto no es de ganamos o perdemos: es de conseguir unos objetivos o no, y hay que luchar por lograrlos.

Hablando de objetivos… hace más o menos un año un informe del IPCC nos recomendaba ser más exigentes e intentar no superar la barrera de los 1,5° C con respecto a los niveles preindustriales. ¿Es realista conseguir esta meta? ¿Y la de los 2° C?

Tal y como están las cosas, creo que es muy complicado quedarse por debajo del grado y medio. El Acuerdo de París se produjo en un momento muy particular, en 2015 no estaba Trump, no estaba Bolsonaro, no estaba el Brexit ni toda esta ola autoritaria y de cierre de fronteras que se está viviendo en todo el mundo. En cierto modo es un “Sálvese quien pueda”.

Eso no significa que no haya herramientas encima de la mesa para poder conseguir estos objetivos, y que sepamos lo que hay que hacer, lo que pasa es que es muy complicado, exige un esfuerzo brutal, global e inmediato, y además modificando muchos ámbitos de nuestra vida.

Sin embargo, creo que no hay que obsesionarse con lo del grado y medio o los dos grados. Se trata de cifras consenso que tienen detrás una cantidad enorme de datos científicos, pero a mí lo que me da mucho miedo es que la gente perciba que, como es muy difícil quedarse por debajo de los dos grados, y como ya hemos pasado esa línea roja… pues ya está todo perdido, así que no merece la pena actuar. Eso es lo que me preocupa de verdad.

Puedes leer la entrevista completa en la web de la revista Muy Interesante